Por Dr. José Manuel González Infante
Con objeto de soslayar cualquier malentendido que pudiera darse, tratándose de un saber sólo parcialmente consolidado como éste, conviene que hoy nos refiramos brevísimamente, a la Historia de la Psicohistoria.
Como les dije en mi anterior artículo, la Psicohistoria se caracteriza por interpretar y comprender la Historia desde y con lo psíquico. Pero el psiquismo tiene notables y variadas formas de expresarse, no siempre adaptadas y convenientes, en ocasiones incluso, manifiestamente disonantes con la existencia que está obligado a propiciar y cuyo relato constituye la Historia Humana. Hay pues, una Psicohistoria sustentada sobre fundamentos no psicológicos sino psiquiátricos, es decir, una Psico-Pato-Historia.
Fueron las aportaciones de esta Psicohistoria de fundamentos psiquiátricos, a las que me referí en mis comentarios iniciales; precisamente, eran aportaciones debidas desde sus comienzos -para honra de la Medicina de nuestro país- al buen hacer de médicos españoles. La razón de que fuera este sector concreto y específico de la Psicohistoria el objetivo de mis primeros comentarios, y no el concepto más general que habitualmente se da de ésta, obedeció a que en el proyecto inicial para la confección de esta columna, pretendía abarcar exclusivamente el ámbito de la Psicohistoria de base psicopatológica. Reparando, sin embargo, en el carácter polisémico del término, me ha parecido más riguroso abordar la realidad de los conocimientos de los que trataremos, de manera más abarcativa, es decir, en toda su amplitud, siempre que sea posible.
Por eso la historia de esta Psicohistoria -que si me permiten para que nos entendamos mejor- vamos a llamar General, se remonta a la primera década del pasado siglo, teniendo como artífice al mismísimo SIGMUND FREUD. En un trabajo de FREUD, publicado en 1910, se analiza psicobiográficamente a Leonardo da Vinci, sirviéndose de los conocimientos psicoanalíticos descubiertos hasta entonces. A este primer estudio propiamente psicohistórico siguen pocos años después -como refiere PINILLOS- otros dos trabajos de orientación psicoanalítica realizados por historiadores profesionales, lo que da idea del interés despertado por la interpretación psicológica de la Historia entre sus propios cultivadores. CLARK califica ya en 1924, por primera vez, uno de sus artículos como de psicohistoria, que aunque no generaliza el término entre los investigadores, si que señala el comienzo de su uso como expresión de una rama del conocimiento.
Aunque el término Psicohistoria no es utilizado por los autores españoles, son éstos los que a partir de 1927 con la publicación de SANCHÍS BANÚS sobre el príncipe Carlos de Austria hijo de Felipe II, incrementan sus aportaciones, basadas, como se ha dicho, en una metodología más psiquiátrica que psicológica.
Desde 1930 Don Gregorio MARAÑÓN es el encargado de coger el testigo psicohistórico mediante su ensayo sobre Enrique IV de Castilla, al que estudia desde una perspectiva psicoendocrinológica. Las restantes dos décadas siguientes, están dominadas por los estudios psicobiográficos de MARAÑÓN, a los que ya nos referimos en nuestro artículo anterior.
Aunque MARAÑÓN es el psicohistoriador español de más amplia producción, obsérvese que sus investigaciones se apartan –parcialmente- de la referida orientación psico-patológica, siendo la suya, más afín a sus conocimientos médicos. Con ello introduce en el ámbito de la investigación psicohistórica a la “metodología explicativa”, lo que no le impide valerse de los “métodos comprensivos e interpretativos”, venciendo sus temores a pisar por caminos que no eran los que andaba habitualmente (referencia libre del autor de ésta columna, a una frase del propio Don Gregorio Marañón).
Como hemos comentado ya, aunque desde el año 1924 estos estudios se incluían, por ciertos sectores de la comunidad científica internacional, dentro de la expresión Psicohistoria, dicho término no se usaba en el ámbito historiográfico español, y, mucho menos, en el propio de la clínica médica, lo que aconteció como unos treinta años más tarde. Cuando D. Gregorio Marañón se refería a este sector de la investigación psicohistórica lo hacía denominándola “Arqueología Médica”, como se puede leer en la sección I, ps, 32-34, titulada “Razón y riesgos de la clínica arqueológica” de su “Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo” (9ª Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1960).
En 1958 aparece nuevamente una valiosa aportación psicohistórica de base psicoanalítica sobre Martin Lutero, debida a ERIKSON, al que ya mencionamos en nuestro primer artículo. Este investigador de la Psicohistoria de fundamentos psicológicos, es también autor de una notable psicobiografía de Gandhi. Son dos obras psicohistóricas de corte psicoanalítico notables, que han servido para fomentar el auge alcanzado actualmente por la Psicohistoria.