Es natural que cualquier disciplina muy especializada desarrolle un lenguaje propio, plagado de tecnicismos. En medicina se emplea a diario una gran cantidad de acrósticos y abreviaturas de todo tipo; pero de ahí a que un informe médico sea poco menos que indescifrable, hay bastante diferencia. Sin embargo, parece que la próxima especialidad MIR a crear sea la de criptógrafo, que al modo del médico hospitalista, cuya función es la de coordinar la atención al paciente ingresado, traduzca en lenguaje “plano” unos informes que serían dignos cualquier sociedad secreta, interesada en ocultar a ojos profanos sus arcanos conocimientos. Como muestra, unos párrafos reales, del ámbito de la Medicina Interna: DM-2 con LOD, ERC con episodio agudo (AKIN 3) HTA 2-3, EPOC GF 2-3, MRC, uso de OCD, SAHS. PTDVI aumentada, ETT con VI con función sistólica conservada….. Sin duda, muchos de estos términos pueden ser interpretados fácilmente por especialistas afines, pero si se mostrara a un oftalmólogo o a un pediatra, por ejemplo, entenderían menos de la mitad de su significado. No digamos de un profano en medicina, como puede ser el propio paciente, aunque se trate de un profesional altamente cualificado en otra materia. ¿Estamos creando una especie de argot médico? Es comprensible que la falta de tiempo sea excusa para usar tantas abreviaturas, pero el resultado es un texto poco o nada comprensible. Sería deseable que el facultativo, al redactar el informe, efectuara un pequeño resumen final, que en el caso referido, podrían ser un par de líneas explicando que “el paciente está afecto de Diabetes del adulto con afectación renal moderada reagudizada, hipertensión arterial, broncopatía crónica avanzada con síndrome de apnea nocturna, que precisa asistencia instrumental y moderada cardiopatía congestiva. Términos que pueden ser fácilmente interpretados por cualquier médico y proporcionan una idea de conjunto de la situación clínica. Sin duda que las clasificaciones y estadificaciones de las diversas patologías son muy útiles para la toma de decisiones, pero el empleo de una terminología tan técnica – por otra parte siempre provisional y mudable- puede ofrecer una imagen distorsionada. Algunos acusaran de imprecisas a estas simplificaciones como la arriba mencionada, alejadas de nuestros complejos algoritmos diagnósticos y terapéuticos, que veces ocupan muchas páginas y son poco operativos. En este sentido, se invita al lector a ojear cualquier guía en la National Comprehensive Cancer Network. ¿Estamos haciendo de la medicina una suerte de disciplina oculta, entendible solo por adeptos, no ya en general, sino de cada especialidad en concreto? No parece que sea éste nuestro ánimo cuando redactamos nuestros informes, pero desde luego que si no se pone algo de orden en nuestra capacidad de expresarnos con propiedad, estamos cerca de ello. O bien utilizar los servicios de un médico especialista en Criptografía o Traducción Interdisciplinar, comoquiera que se le llame. Esperemos que no se llegue a tanto.
DR. JUAN JOSÉ BRETON GARCIA