Fuente: diariodesevilla.es

JESÚS CASTIÑEIRAS FERNÁNDEZ. Catedrático de Urología. Presidente de la Real Academia de Medicina de Sevilla.
En el mismo año en que aparece la obra de Copérnico (1543), un joven flamenco, de nombre Andrés Vesalio, publica un libro fundamental para el desarrollo de la Anatomía: De humani corporis fabrica (Sobre la fábrica del cuerpo humano) . Se trataba de una de las publicaciones más importantes de la Europa del Renacimiento. El jovencísimo profesor logró esta hazaña gracias al empleo de un nuevo método de investigación que consistía, fundamentalmente, en volver a examinar el cuerpo humano, tal y como habían hecho en el pasado los grandes anatomistas alejandrinos. Desde este momento el desarrollo de la Anatomía estaba asegurado y, por ende, el de la Fisiología.
En esta época destacamos a dos grandes anatómicos españoles, Juan Valverde de Amusco y Bernardino Montaña de Monserrate. El palentino Valverde fue uno de los anatomistas más destacados de la centuria gracias a la publicación de un tratado de Anatomía: Historia de la composición del cuerpo humano. No es de extrañar que el texto se convirtiera durante el siglo XVI en uno de los más leídos y reeditados, muy por encima a la obra de Vesalio. El motivo para esta suerte editorial fue que el texto de Valverde tiene un estilo claro y preciso, mientras que el de Vesalio es oscuro y prolijo.
Bernardino Montaña escribió la obra titulada Libro de la Anatomía del hombre. La obra de Montaña es de menor categoría que la de Valverde. En la Real Academia de Medicina de Sevilla contamos con un ejemplar original de ambas obras y un facsímil de la de Vesalio.
Si Copérnico había dado al traste con la autoridad de Ptolomeo, Vesalio puso fin a la infabilidad que durante catorce siglos se le había dado a Galeno. Durante ese largo periodo de tiempo, los escritos anatómicos del medico griego habían reemplazado a la disección. Desgraciadamente, la descripción del cuerpo humano dada por Galeno estaba basada en la Anatomía del mono, pues las leyes de la época prohibían la disección de cadáveres humanos.

su mano izquierda su propia piel.
Este proceso evolutivo dio origen a numerosas discusiones entre los galenos defensores de la corriente clásica u oficial (Galeno, Hipócrates y Avicena) y los denominados de forma peyorativa “novatores” o “renovados” defensores de los avances de la Ilustración. Estas dio lugar a que gentes no médicas, invadieran el terreno de la Medicina, alcanzando en algunas ocasiones una reputación superior a la de los más afamados galenos. Es el caso del fraile Veruela (Fray Antonio José Rodríguez) al que en su tiempo, le llamaron Magister sine magistro, no siendo maestro de nada. Llego a ser académico Correspondiente del la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla.
Es en este período convulso cuando nacen en Españalas Academias Científicas (Reales Academias) y entre ellas la de Medicina de Sevilla.
En lo que a las universidades se refiere los métodos de enseñanza sufren importantes transformaciones que también se extienden a las facultades de Medicina. En el periodo preilustrado, que corresponde al Renacimiento, la enseñanza seimpartía en las tradicionales Cátedras de Prima y Vísperas. Terminología basada en el horario canónico que correspondía con la división del tiempo empleada durante la Edad Media en los monasterios. La diferencia entre ambas estaba en que las de Vísperas, eran de menor prestigio: daban clase a horas vespertinas y estaban peor retribuidas. En cambio, las de Prima eran de mayor prestigio social: contaban con la ventaja de impartirse en las mejores horas y, sobre todo, con un sueldo muy superior. Ambas cátedras se dotaban por oposición y eran en propiedad. Junto a estas Cátedras se crearon las Cátedras menores llamadas también Catedrillas o Cátedras Cursatórias, que percibían una retribución menor y que cada tres o cuatro años se convocaban de nuevo para su provisión. Eran el peldaño previo para acceder a las mas codiciadas.
El contenido docente quedaba recogido en los Estatutos de la Universidad y tenía una dependencia ideológica con la tradición medieval que prevalecía en los Estudios de la Universidad en general y ,en particular, en los de Medicina. Así, el Catedrático de Prima debía leer durante hora y media aquella parte del Canon de Avicena que los asistentes le solicitasen. En la Cátedra de Vísperas, como en las otras cátedras, la lección era de una hora y los contenidos debían extraerse de Galeno y de Hipócrates.
Una de las iniciativas para modernizar el Estudio de Medicina fué la propuesta de creación de una Cátedra de Anatomía. La situación, que debió ser bastante engorrosa, hizo que el Monarca reinante llevara a cabo una provisión Real para que se impartiese la Anatomía en las universidades. Esto ya sucedía en otras universidades extranjeras. Con posterioridad las Cortes de Castilla lamentan la incompetencia de los cirujanos por no haber hecho anatomías, que era la denominación antigua de las disecciones, e insistían en la necesidad de que en la Universidades se enseñase dicha disciplina. Como consecuencia de ello se plantea en laUniversidad de Salamanca la dotación de una Catedrillas o Cátedras Cursatórias de Cirugía. A partir de aquí se iniciaron y desarrollaron los Anfiteatros Anatómicos. Afortunadamente se aceptó en los Estudios deMedicina, con discreta mayoría, ambas disciplinas, la Anatomía y la Cirugía. Los defensores de ello seguían insistiendo : “La Cirugía no se puede saber ni ejercitar sin la Anatomía” y “para conocer e curarlas partesinteriores del cuerpo no basta la Anatomía escripta, sino que es necesario verla por el ojo.”
Los Anfiteatros Anatómicos estaban constituidos por una mesa central, sobre la que se realizaba la disección, rodeada de gradas dispuestas de modo circular, elíptico u octogonal, desde las cuales los estudiantes podían observar la demostración. El Claustro de la Universidad de Salamanca decide la creación del primer Anfiteatro Anatómico de la Península en la ribera Tormes, la llamada Casa dela Anatomía”.

A pesar de ello, las enseñanzas medicas universitarias seguían siendo deficientes. Las universidades no arreglaron el problema a pesar delas presiones ejercidas porla Regia Sociedad deMedicina y otras Ciencias de Sevilla y porlainfluencia del movimiento ilustrado de la Medicina europea. Éste era un tema histórico como queda patente en la carta constitucional que otorga Alfonso X alaUniversidad de Salamanca: “La facultad médica no pasaba de ser una hermana pobre, poco considerada y precaria de alumnado, frecuentada por escolares de poco pelaje y tildados de judeo conversos, que con una mentalidad práctica se ocupaban de las vilezas del cuerpo”.
Es paradójico que sean los propios humanistas los primeros que empiezan a dar importancia a los Estudios de Medicina. Así, por ejemplo, Tomás Moro dice en La Utopía que “aunque no hay país que necesite menos la medicina que Utopía, en ninguna parte, sin embargo, se tiene en mayor aprecio. Su conocimiento lo sitúan entre las partes más útiles y más bellas de la filosofía” .
Todo ello fue fruto de que la universidad española se distinguió por un gran hermetismo, por ir contra las corrientes innovadoras que venían de fuera como consecuencia de la Ilustración y por la política de censura existente. Hay que recordar que la Inquisición ejercía un férreo control sobre los libros científicos con el fin de prevenir herejías.De este deterioro no se escapóla EnseñanzaUniversitaria de la Cirugía. Ante este escenario Felipe III permitió que los candidatos a cirujanos se presentasen a examen ante el Tribunal del Protomedicato para obtener el título con sólo cinco años de prácticas. Con el Real Tribunal del Protomedicato , creado por los Reyes Católicos, se marca el inicio de una nueva etapa de la Medicina. La titulación de los médicos la otorgaban las universidades, pero la autorización para ejercer la concedía el Tribunal del Protomedicato.
Esta nueva normativa dada por Felipe III, mas flexible, para obtener el titulo de cirujano, contribuyo a que a principios del siglo XVIII España se llenara de cirujanos empíricos que hacían las rutas de las ferias con nombres pintorescos alusivos a sus “especialidades”: “hernistas”, “tallistas”, “batidores de cataratas”, etcétera. También existía un grupo reducido de cirujanos universitarios, aunque la mayor parte de ellos eran teóricos que escribían tratados de Cirugía, sin que hubieran realizado en su vida una intervención quirúrgica y, ni siquiera, una disección de un cadáver.
A modo de conclusión decir que aunque son los humanistas los primeros en situarlos Estudios deMedicina en el lugar que le corresponde, a finales del siglo XVII seguían estando mal considerados. Se puede confirmar comprobando el escaso interés mostrado por los alumnos al matricularse una media de 180 alumnos al año en la Facultad de Medicina, frente a los 2.772 en la Facultad de Cánones, 883 en Teología o 600 en Leyes.