Por José Manuel González Infante
Vista la Historia desde la perspectiva de la 4ª hija de Clío (Rof Carballo/ABC 1988), se apreciaría con rotundidad el doble cometido, que a mi juicio, cabe adscribírsele a la Murmuradora: El curso histórico, regido por el Resentimiento, se enseñorearía del devenir histórico, siendo fuente de rencor y, por ende, de agresividad en sus diversas formas, una de las más significativas de las cuales es la Maledicencia, segundo cometido específico de ésta hija de Clío. (González-Infante,J.M.. Rev. Andalucía Médica).
Este seudosentido de la Historia se opone a su sentido auténtico, construido en torno a la armonización de los contrarios, que atemperando la inevitable lucha, en lugar de generar una agresividad maligna y destructora, la sustituirá por una conducta agonística, de la que sí cabe esperar la aparición de la armonía propia del principio heracliteo, sustentado en que es la lucha de los contrarios la fuente de la que brotará la armonía, en definitiva, la base de la concordia entre los hombres.
Esta sustitución de la acción de la Murmuradora por la Reconciliación como soporte del devenir histórico, comporta el que siguiendo mitificando el mito de la musa Clío, estemos obligados a ampliar su capacidad reproductiva asignándole otra hija a la que denominaremos “Logohistoria” cuyo principal cometido sería reflexionar sobre el discurrir de la humanidad, en definitiva, comprender el sistema por el que el hombre configura y construye, en el curso de generaciones, el hábitat humano, su historia. Este generar su propio medio nos permite entender mejor a Ortega y Gasset para quién “el hombre no tiene naturaleza, sino historia”; solo entendiendo esta singularidad de la condición humana, estaremos en situación de comprender la vida humana como diálogo entre el sujeto cognoscente y su historia. Por encima de los sentimientos y las pasiones humanas debe situarse la razón como argumento armonizador de la lucha entre contrarios y, sentido último de reconciliación entre los hombres, ésta sería la principal función de la “Logohistoria” en franca oposición a la de su hermana la “Murmuradora”
Tras lo dicho y como observadores de la Historia, cabria que nos preguntásemos ¿Es posible desarrollar el cometido que hemos adscrito a la “Logohistoria”?
Si miramos lo acontecido en nuestro país en los últimos cincuenta años responderíamos a esa pregunta con un rotundos SI.
La historia de la España contemporánea, siendo más preciso, el periodo preconstitucional de transición hacia la democracia, es un brillante ejemplo de la actividad desarrollada por esta quinta hija de Clío. La transición democrática española inunda de honor y de gloria a una generación que supo superar su resentimiento alcanzando cotas impensables de sincero acuerdo y consenso, en definitiva de reconciliación.
¿Qué lo propició entonces y cuáles son las causas que ahora lo impiden? Estoy convencido que el mayor mérito de los padres de la Constitución de 1978 fue el de entender nuestra historia desde la perspectiva de una auténtica “razón histórica”, consensuando un proyecto encaminado a superar un resentimiento humanamente comprensible, propiciando el diálogo entre las circunstancias del inmediato presente sobrevenido, “el sistema de las experiencias humanas” constituyentes de nuestra historia reciente (tiempo de coyuntura) y el saber de nuestro pasado histórico más remoto (tiempo estructural). Este discurrir “logohistórico”, que trasciende cualquier razonamiento meramente pragmático, es quizás el único mecanismo capaz de frenar la energía destructiva que emana de un estado emocional como el resentimiento. Éste fue el auténtico “milagro” de la transición española hacia la democracia.
Pero los contenidos de la “razón histórica” son cambiantes en su discurrir temporal, la razón es una configuración histórica, de ahí su carácter circunstancial, lo que no le impide ser necesaria, más aún, incluso imprescindible para que la vida siga su progresión y desarrollo.
En el mundo actual las circunstancias cambian a tal velocidad, que impiden que las experiencias vividas, aún las más positivas, se consoliden como vivencias llenas de sentido, lo que hace que, la necesidad humana de nuevas experiencias, estimulada por una infame demagogia, conforme novedosas estrategias de resultados inciertos, si no claramente negativos. La “Murmuradora” hija de Clío está situándose por delante de su quinta hermana: La “Logohistoria”. He aquí la causa principal de nuestra desventurada situación presente.
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