Psicosomática de amplio espectro

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Una de las ideas básicas encontradas en la “Introducción histórica al estudio de la Patología Psicosomática” (Pedro Laín Entralgo, 1950. Edit. Paz Montalvo. Madrid) -y que he repetido muchas veces, de palabra y por escrito- es que “toda la Medicina es psicosomática pero no toda la patología lo es” porque para poder serlo, se requiere una prevalencia notable de lo emocional en la génesis fisiopatológica del proceso y en su remedio. Así se despertaron en mi universo personal y profesional, muchas luces en torno a cómo ejercer la medicina y al significado y valor que, con este enfoque, adquiría la persona del paciente concreto que nos consultaba, recabando curación, alivio o al menos consuelo.

Con frecuencia nos preguntamos donde se ejerce y practica la Medicina Psicosomática, quienes la llevan a cabo, donde se aprende, quienes la publican y como se les llega a identificar y conocer. Y no resulta fácil la cuestión dada la amplitud de los campos nosológicos posibles y la profundidad que alcanza la formación específica que se posee, a nivel teórico o práctico.

Me atrevo a afirmar que se ocupan del saber teórico-práctico psicosomático aquellos profesionales que quieren, pueden y saben. Y ese saber resulta ser un plus añadido a la cualificación de médicos internistas o de familia, psiquiatras, dermatólogos, oncólogos o bien de psicólogos, psicoterapeutas, fisioterapeutas, etc. De gran provecho resultaron a Juan Rof Carballo (Lugo, 11-VI-1905 – Madrid 12-X-1994) las prolongadas y, a veces forzosas, estancias en Centroeuropa (Viena, Colonia, Copenhague, París, etc.), para que pudiese gestarse, en su apasionada carrera profesional, la sensibilidad y el paladar psicosomáticos que tan certeramente ejerció y supo transmitir en años posteriores con su palabra y sobre todo con sus múltiples publicaciones.

Hemos oído referir, en directo, al Dr. Francisco López Martínez que fue protagonista, el inicio de la Psicosomática española en el Hospital General de Madrid. Corría el año 1948 cuando se impartió el primer “Curso de Patología Psicosomática” en el servicio de los Prof. Jiménez Díaz y González Bueno. Luego llegarían los tratados, Unidades clínicas y Asociaciones.

Consideramos un hito importante en la historia de la Psicosomática española su fundación como sociedad, en el Escorial y en 1953. “En esta fecha y lugar se ha celebrado la Primera Reunión de la Asociación Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia (AEPMP). 17-18-XII-1953”, según recoge Ramón Sarró.

Partiendo del paradigma, en el sentido de Kuhn y en base a lo bio-psico-social, propugnado por Engels, desde la Sociedad Andaluza de Medicina Psicosomática, hemos desarrollado, explicitando más, buscando una mayor amplitud y profundidad el nuevo paradigma Bio-psico-socio-eco-espiritual que integra las influencias ecológicas y las consecuencias derivadas del correcto o incorrecto uso que el paciente hace de su libertad frente al proceso que padece y a su tratamiento.

Con estos datos procuro sacar a la luz y resaltar el “amplio espectro” de la Medicina Psicosomática actual, en la que se entremezclan las diversas áreas del conocimiento en el saber médico sobre el hombre enfermo. En un reciente trabajo del ilustre argentino, Prof. Luis Chiozza se dice que el enfermar psicosomático se instala en la disfunción de cualquier sistema personal, admitiendo una alta gama en su cualidad y cantidad, y aflorando con síntomas o signos unas veces somáticos y otras psicológicos. Yo pienso que aquí entra y se desarrolla de pleno la medicina como ciencia, técnica, arte y sabiduría.

A veces me he planteado, en visión retrospectiva de mis largos años de ejercicio profesional, cuál sería el denominador común del paciente psicosomático. Pienso acertar cuando señalo como tal “la complejidad del cuadro clínico” o su catalogación como “paciente difícil”, entendiendo por tales aquellos que viven en continuada peregrinación de consulta en consulta, durante meses o años, con escaso y fugaz alivio. Y precisamente eso es lo que suele ocurrir en nuestros pacientes en razón de la fuerte interacción, precisamente en estos casos, de los sistemas orgánicos y psicológicos dada la imponente y sutil relación interactiva del binomio mente-cerebro. Es éste un par conceptual que aún no hemos desentrañado con claridad pese a los múltiples enfoques y miles de científicos empeñados en esa difícil tarea que sigue siendo importante reto en el campo de la actual Medicina Psicosomática.

Como colofón de estas páginas me atrevo a afirmar que la Psicosomática es un modo de hacer medicina, un talante que aborda, volvamos a Laín ya citado, a pacientes en los que el factor psicoemocional juega una parte importante en la identidad, génesis y mantenimiento del proceso psicopatológico. Y terminemos estas líneas con palabras del Maestro Rof, “las cosas grandes pueden decirse en cuatro palabras, pero también en cuatro silencios; quizás más en los silencios cuando están preñadas de sentido” (Anthropos 141, 1973).

Manuel Álvarez Romero. Médico Internista. Sevilla

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