Dr. Juan José Bretón García. Especialista en Medicina Interna, Neumología y Oncología Médica
Es un hecho que la mayoría de los médicos estamos frustrados ante los cambios en los sistemas de atención de salud, que amenazan la naturaleza y los valores mismos de la profesión médica. Estudios internacionales de organismos de prestigio destacan que esta opinión es unánime, independientemente de los sistemas de provisión de la salud, tanto públicos como privados. Para estudiar en profundidad y encontrar soluciones a este hecho, a finales del siglo XX varias asociaciones europeas, entre ellas la Federación Europea de Medicina Interna (EFIM), lanzaron el «Proyecto de Profesionalismo Médico». Este término se basa en la exigencia de colocar el interés del paciente por encima de cualquier otro, considerando a la medicina un bien común y no una mercancía; aplicando estándares de competencia e integridad y comprometiéndose a asesorar a la sociedad en materias de salud. Se han establecido una serie de principios básicos, además del ya mencionado de primacía del bienestar del paciente, o de altruismo médico. Éste debe acompañarse del de autonomía del paciente, principalmente en lo que respecta a la capacidad para adoptar decisiones tras ser honesta y adecuadamente informados. La profesión médica debe también incluir el principio de justicia social, que supone la distribución equitativa de los recursos asistenciales, sin discriminación y con fidelidad al sistema de salud a la hora de disponer de estos recursos. Asimismo, debe mantenerse la competencia profesional: Los médicos nos debemos al aprendizaje permanente, como es bien conocido. Esto incluye aceptar evaluaciones internas y externas. Otro principio, el de confidencialidad, es ahora muy importante, debido al empleo de medios digitales de información, que facilitan la difusión indebida de ésta. Una cuestión que muchas veces ha pasado desapercibida, y que se relaciona con la honestidad, es el de la exigencia de declarar los conflictos de intereses. Los profesionales médicos tienen en ocasiones relaciones e interactuaciones con organizaciones sanitarias con ánimo de lucro. Es muy importante que estas relaciones queden claras cuando se publican estudios o revisiones que pueden influir en la toma de decisiones con coste, ya sea sobre fármacos, algoritmos diagnósticos, procedimientos quirúrgicos o cualquier otra actividad sanitaria. Asimismo, es habitual que, para una mejor asistencia, se trabaje de forma cooperativa, en Grupos o Sociedades científicas nacionales e internacionales. Estas entidades, además de emitir recomendaciones asistenciales, deberían también ocuparse de establecer estándares para el acceso a las especialidades, en colaboración con las autoridades sanitarias.
Seguramente el lector, tras el enunciado de estos principios básicos, se haga la reflexión de su obviedad y de cómo las estructuras socioeconómicas modernas han amenazado lo que desde hace siglos estaba impreso en el pensar y proceder del buen médico, y ya plasmado en antiguos (que no viejos) aforismos. Recordemos: Fijaré el régimen de los enfermos del modo que les sea más provechoso (juramento hipocrático) o El gran médico no sólo trata la enfermedad, sino al paciente que tiene la enfermedad (William Osler). Parafraseando también a otros: con esto del profesionalismo médico, ¿no estaremos reinventando la rueda? Probablemente nuestros maestros asentirían con una sonrisa.
Muy interesante el artículo publicado por mi amigo Dr. JJ. Bretón. Muy a tener en cuenta tanto por profesionales como no profesionales de la Medicina.
Fundamentalmente en lo concerniente a la autonomía del paciente, por supuesto siempre que no entre en conflicto con el resto de principios bioeticos, fundamentalmente con los de primer nivel: justicia y no-maleficencia.
Hasta aquí; no es mi turno
Adrian Cordón. Doctor en Medicina. Magister en Bioetica.